Recordamos la extraordinaria película de María Luisa Bemberg, allá por los años noventa, cuando la bioética platónica nos obligaba a reflexionar sobre la inclusión, exclusión de una niña fea, enana y casi deforme en un pueblito atrasado y por lo tanto lleno de prejuicios en Argentina. El título viene al caso puesto que el doble lenguaje y la actitud institucional y política para categorizar y normalizar supuestos casos de violencia y abuso sexual a niños, niñas y adolescentes en los establecimientos escolares nos obligan a visibilizar esta problemática.
Más allá de las estadísticas escalofriantes que contabilizamos en el Ecuador (la mayoría de los casos quedan en el anonimato) debemos hacer calas en la actitud de la ciudadanía en general, puesto que una hipersensibilidad errónea obliga a mirar para otro lado y, de alguna manera, no incidir enérgicamente sobre aquellos que detentan el poder para hacer justicia.
Únicamente en Cuenca uno de cada cuatro estudiantes ha sido víctima o testigo de acoso escolar o bulling, en general; el abuso sexual, la violación directa son temas que se esconden en folios en las fiscalías bajo el paradigma de “protección a la víctima” sin embargo, al final del día, los involucrados son exculpados o, simplemente, invisibilizados; mientras tanto las consecuencias psicológicas, físicas y sexuales marcan de forma definitoria al agredido y a su familia.
En el campo la situación es nefasta puesto que las realidades socio económicas son emergentes, niños, niñas y adolescentes sufren estos actos aberrantes en silencio.
Es decir, además de sufrir el trauma, los agredidos son excluidos para el resto de su vida o acuden al suicidio. Según un informe de Human Rights “la violencia sexual y de género ha sido, durante mucho tiempo, un problema endémico en el sistema educativo ecuatoriano, que registra altos niveles de violencia sexual desde el nivel preescolar hasta el bachillerato…/ El gobierno tiene pendiente adoptar una agenda estatal a largo plazo, con recursos adecuados, para cumplir con su compromiso y obligación fundamental de prevenir la violencia sexual en sus instituciones educativas”
La migración es otro factor que incide en la violencia sexual de género y demás, los niños quedan abandonados y a su suerte; el tema es complejo y tiene demasiadas aristas, por lo tanto, nos referimos únicamente al acoso sexual en las instituciones educativas.
Insistimos en que no podemos normalizar las conductas de irrespeto puesto que un chiste, una broma, son indicadores que la ausencia de límites puede llegar a consecuencias devastadoras (obviamente en casos específicos y sin querer ser maniqueístas)
Debemos dejar de convertir el tema en un tabú social; el imaginario colectivo es fundamental para apoyar estos casos. Mirar para otro lado es ahondar en una problemática real y diaria en nuestro país. Dejar de hablar de ello o invisibilizar los hechos provoca que estos casos se repliquen una y otra vez.
Poeta. Gestora cultural. Articulista de opinión. Ha recibido varios premios de poesía y al mérito laboral. Ha sido jurado en diversos certámenes nacionales e internacionales. Ha publicado diversas obras, así como Literatura infantil, Sus textos han sido traducidos a varios idiomas y figuran en diversas antologías nacionales y extranjeras.