El escándalo de aldea o, más simplemente, chisme de pueblo sacude, de tiempo en tiempo, a ciertos estratos de la sociedad en todo el planeta; la calumnia vil se basa en los oídos que son capaces de hacer un eco para, de esta manera, acrecentar el pus que lleva el mensaje del falsario; en cambio, la manipulación del lenguaje, utilizada diariamente por políticos, cientistas, sociólogos y ciudadanos en general, es mucho más peligrosa puesto que llega disfrazada con eufemismos, hipérboles y demás recursos gramaticales.
La calumnia rebota sobre el ruin y lo encharca, dibuja su perfil y ensucia su nombre, es decir escupe sobre sí mismo, en cambio la manipulación del lenguaje normaliza y convierte en hábito medias verdades con el fin de acrecentar el poder. Las democracias, libertad de expresión y estabilidad de los pueblos se basan en la palabra, su carga e intención hacia qué o a quién está dirigida; de allí la importancia de saber dilucidar su entorno y contorno.
Nicolás Sartorius en su libro “La manipulación del lenguaje” propone un “Breve diccionario de los engaños” el cual es un buen punto de quiebre para empezar la búsqueda de los mensajes corruptos que mantienen a los pueblos en un estado de somnolencia proclive para ser manejados a su antojo; sin embargo, el texto varía según los países y las regiones de un mismo estado. En nuestro país dividido en costa, sierra, oriente y las islas, el lenguaje y sus formas coloquiales son absolutamente diferentes, por lo tanto el mensaje de los poderes, su manipulación debe ser planificada y comprendida en su totalidad por la población, sus estratos sociales y económicos sin distinción.
En esta lectura recomendada insistimos en que la tergiversación de las palabras es una consecuencia de la crisis económica, social, ética y de la “posverdad, que en el fondo y en la superficie no es más que el universo de la mentira…/ Cuántas veces no se habrá dicho que la verdad es la primera víctima de las guerras y, por desgracia, la historia de los humanos es, también, la historia de sus guerras, sean o no expresiones de sus luchas de clases”
Así tenemos, acá en Ecuador, frases como “ajuste de cuentas” también descrita por el autor y que normaliza el crimen en tanto remite a cierta justificación por el hecho; “El gobierno del encuentro” la “reactivación del país” y tantos otros ejemplos de frases desgastadas y al límite de lo ridículo no entran en estas reflexiones, precisamente por su ambivalencia y falta de realidades. Mendacidades que intentan hacer propaganda de un estado prácticamente fallido en menos de un año.
“Precios congelados” a propósito de la gasolina es una entelequia y significa la inflación en otros productos del mercado; “rueda de prensa y diálogo” es la imposición de un solo discurso del poder militar, policial y estatal (uno de los mejores ejemplos, tuvimos hace pocos días con la crisis de la cárcel de Turi, acá en el Azuay)
Los empresarios han sido rebajados a la categoría de “emprendedores” para determinar, aún más, las clases sociales y económicas, menos mal que “el buen vivir” se ha diluido entre presos, fugados y media noche.
En fin, la filología debe tomar en cuenta estas lecturas puesto que el lenguaje cambia a diario, mientras tanto nos remitimos a aquella cita de Francis Bacon que abre su ensayo sobre la verdad “¿Cuál es la verdad? dijo Pilatos y se alejó sin esperar la respuesta”
Poeta. Gestora cultural. Articulista de opinión. Ha recibido varios premios de poesía y al mérito laboral. Ha sido jurado en diversos certámenes nacionales e internacionales. Ha publicado diversas obras, así como Literatura infantil, Sus textos han sido traducidos a varios idiomas y figuran en diversas antologías nacionales y extranjeras.