“Andrés, no mientas otra vez”. Quizá la ciudadanía no recuerde mucho del debate de segunda vuelta presidencial entre Guillermo Lasso y Andrés Arauz; sin embargo, casi todos los ecuatorianos tienen en su memoria la frase que el presidente Lasso incesantemente repitió esa noche. Esa muletilla de ataque no fue producto de la inspiración divina en el instante, sino que fue una frase trabajada, evaluada y meditada por un equipo dentro de la campaña de Lasso.
Junto al candidato, se debe haber trabajado en la entonación, el ánimo, y una serie de pequeños factores que parecen imperceptibles en décimas de segundos pero que se han convertido en parte esencial de la política. En esta realidad importa la imagen que se proyecta a cada instante, incluso más que las ideas, las propuestas y el razonamiento político.
Las elecciones y el trabajo de los funcionarios públicos se ha convertido en material para televisión y redes sociales. Como tal, la política ha tenido que ajustar sus formatos para que sean consumidos por el gran público; un gran público que exige entretenimiento, brevedad y, lastimosamente y a primera vista, banalidad.
Parece que quedan atrás los tiempos de grandes debates teóricos y sesudos, analizados por intelectuales durante horas para que las familias conversen los domingos en el almuerzo. Hoy la política ingresa a nuestra casa a través de los tuits del periodista que seguimos o a través del video de un minuto que la tía nos envió por WhatsApp; y los equipos de comunicación de los políticos deben navegar esta nueva ola.
La política, más que nunca, entra por los ojos y los oídos. Por eso, necesitamos frases contundentes que ingresen en el video de un minuto de la tía, o una foto poderosa que se replique 1000 veces a través de retuits. Ahí ingresa el marketing, que se encarga de convertir al político en un producto agradable para el pueblo; que si tal corbata lucirá mejor en el mítin, que si mejor hay que arremangarse la camisa en el campo, que si esa frase suena mejor en un tono enfadado, que si muchas cosas más.
¿La situación económica del país derivará en un incremento del índice GINI y la desigualdad en el país? Ya perdiste el interés de la mayoría de la población. Pero, ¿vieron los ponchos que estaban utilizando el presidente y su esposa en su última visita a Chimborazo? Ahí sí casi todos tienen opinión. ¿La Asamblea Nacional está debatiendo el Proyecto de Ley Orgánica Reformatoria de la Ley Orgánica de Garantías Jurisdiccionales y Control Constitucional? Muchos se aburrieron solo leyendo el título; pero ¿qué tal los videos de la fiesta de Navidad, con Burrito Sabanero y todo, donde aparecieron asambleístas bailando?
Estos son dos de los muchos ejemplos que podemos mencionar sobre la audiovisualización y espectacularización de la política, en Ecuador y el mundo.
Quizá puede parecer entonces que la verdadera política ha muerto. Si nos pusiéramos nihilistas, diríamos que sí, que no hay marcha atrás y que ya estudiar Ciencias Políticas se volverá algo obsoleto. ¿Qué importa si el candidato es de derecha neoliberal o de una socialdemocracia cuasi europea; si al final el pueblo elegirá al que hable más bonito y coma el encebollado del mercado directamente de la tarrina?
Respiremos, la cosa no es tan fatalista como esta entrada puede hacer parecer. El tema merece una mayor disección y análisis. El proceso no es ni mucho menos irreversible; ni tampoco es tan banal como se lee a primera vista. Que la política ahora tenga que ajustarse a los formatos del entretenimiento igual implica el diseño de una imagen política que esté en consonancia con la teoría política y el análisis sociológico. Además, es todavía necesario analizar el uso ético que se da a esta audiovisualización de la política en una sociedad democrática.
Esos serán temas para próximas entradas…
Portada: Foto de Tim Mossholder en Pexels
Comunicador Social graduado por la Universidad del Azuay en el año 2020; apasionado desde pequeño por el periodismo, la política y las temáticas sociales. Orgullosamente latino, ha tenido la oportunidad de vivir en países como Brasil y Chile, además de su natal Ecuador. Inquisitivo y crítico, gusta de hacer trabajo periodístico que combina la fotografía y la escritura.