Los Pandora Papers, la investigación periodística transnacional que desnudó, una vez más, los negocios offshore de los más ricos y poderosos, han llegado para sacudir la política de países en los cinco continentes. La lista de personajes públicos que han sido vinculados al escándalo abarca presidentes, reyes, ex primeros ministros, cantantes y hasta un par de futbolistas. Entre ellos, en un caso concerniente al Ecuador, aparece el actual presidente Guillermo Lasso; su nombre aparece vinculado a 14 empresas que constaban en paraísos fiscales.
¡Ya está! Bomba mediática, primera plana en la prensa y extensas coberturas periodísticas en los noticieros, ¿no cierto?… Resulta que la cosa no es tan lógica como en primera instancia podría parecer.
Lo cierto es que sí hubo cobertura periodística sobre los Pandora Papers, pero si uno solamente consume los grandes medios tradicionales del Ecuador, pareciera que esta investigación pasó en tierras lejanas, o que es un escándalo relacionado con la farándula, porque se menciona más a Julio Iglesias, Elton John y Shakira, que a Lasso. Los pocos medios que sí mencionaron al presidente, se centraron en explicar el porqué este caso no
debería significar un problema legal o moral para Lasso; casi nadie se paró a indagar más sobre la potencial evasión fiscal.
Fueron medios internacionales como El País, la DW y el Washington Post, quienes vincularon la imagen del primer mandatario con el cuadro poco favorable que tiene que significar el aparecer en estos documentos. Que sea la prensa extranjera, en lugar de la nacional, la que presiona al presidente para que responda dudas válidas es simplemente vergonzoso, patético y lamentable.
¿Saben en qué países los medios no han hablado sobre la aparición de sus líderes en los documentos de Pandora? Azerbayán y Jordania, por nombrar a dos. No es ningún secreto que esos dos países cuentan con regímenes controladores, que regulan minuciosamente a sus medios. Pero, hasta donde tenía entendido, Ecuador ahora era ejemplo universal de libertad de expresión, ¿por qué entonces hay tanto silencio mediático?
Duele pensar que la prensa de este país se pone un billete como mordaza. Una mordaza que les impide mostrarse críticos con el poder, exigir respuestas y mediar la relación entre el ejecutivo y sus mandantes, sobre todo en temas álgidos y de relevancia popular.
¿Acaso en estos grandes medios tradicionales no queda algún periodista con la noción purista de que lo primordial en la prensa es informar a la ciudadanía y llegar al fondo de la verdad? Quizá es un poco romántico y utópico, ¿pero a ninguno de los medios les remuerde la conciencia renunciar, tan descaradamente, a su compromiso con el pueblo para
convertirse en un esbirro más que precautela la imagen del presidente? ¿Dónde quedaron los periodistas que sueñan con incomodar y cuestionar al poder?
El periodismo de los medios tradicionales ecuatorianos ha muerto. Venía convaleciente desde hace años; cada acción de solapamiento al gobierno de Lenin Moreno fue un latido menos; y entró en Cuidados Intensivos cuando las televisoras transmitían Bob Esponja y la novela turca de moda, mientras el pueblo sangraba en las calles durante el Paro de Octubre de 2019. Nunca pudo, ni quiso, reponerse de ello, y hoy no quedan esperanzas. El periodismo que crecí leyendo en los diarios y viendo en las noticias de las ocho está muerto.
Marquen la fecha y hora de la muerte, organicen el velorio y cierren el féretro. El dinero de los grandes poderes ecuatorianos compró a la prensa; y, en ese proceso, ha matado al periodismo. Los medios ahora hacen relaciones públicas para su gobierno predilecto.
Comunicador Social graduado por la Universidad del Azuay en el año 2020; apasionado desde pequeño por el periodismo, la política y las temáticas sociales. Orgullosamente latino, ha tenido la oportunidad de vivir en países como Brasil y Chile, además de su natal Ecuador. Inquisitivo y crítico, gusta de hacer trabajo periodístico que combina la fotografía y la escritura.