En la Asamblea Nacional los alaridos se suceden mucho más estridentes que en aquel programa de “Caso Cerrado”; por otro lado, las distintas universidades, a punto de quebrar, deciden ofertar carreras puntuales para que el sistema siga funcionando, pequeños cursos de capacitación dedicados a los estratos más pobres de la sociedad y priorizan estas oportunidades ante las otras facultades formales a las cuales no se puede acceder sino en condiciones económicas óptimas.
Las instituciones culturales están bajo cero, sin proyectos a largo plazo, convertidas en piezas fósiles pierden el rumbo y su capacidad creativa; esa capacidad creativa que obliga a una sociedad a seguir revitalizando sus modos y formas de existencia.
La erosión ética, moral, ambiental y otros ítems provocan la babelia de las redes sociales, la fractura de lazos afectivos emergentes para la sobrevivencia, dígase familia, amistades y lugares de pertenencia; si a ello sumamos la decadencia socio cultural histórica que arrastramos con la quiebra de la república y el estado, el derrocamiento de sucesivos presidentes, luego el socialismo del siglo XXI, el narcotráfico, la bancarrota de la economía y como colofón la pandemia nos encontramos con que el multiproceso de devastación social no se detiene.
En el panorama global, de manera lenta pero continuada el colapso del sistema mundial va erosionando la capacidad de pensamiento crítico en la humanidad y produce que las élites cuiden sus intereses económicos, geopolíticos y que recurran a todo tipo de extremos (como las noticias falsas y otros aberrantes modus operandi) tomando en consideración que el capitalismo como sistema ha provocado el cambio climático, la magnitud del agotamiento de recursos estratégicos, el descongelamiento de los polos, la pérdida de bosques y selvas, la falta de agua potable, la expansión de enfermedades, las crisis de sistemas financieros, guerras y un entorno cada vez peor para las mujeres además de un sinfín de calamidades.
Ante estas realidades surge la pregunta ingenua ¿será nuestra capacidad creativa y resiliente lo indicado para intentar sobrevivir a este colapso planetario? Sin lugar a dudas, la utopía tiene la respuesta, así suene sardónico.
Con ello nos referimos a Toynbee, el cual argumenta que “…/la quiebra de las civilizaciones no está causada por la pérdida del control sobre el medioambiente, ni sobre el ambiente humano, ni por ataques exteriores. En vez de ello, proviene del deterioro de la “Minoría Creativa”, que ocasionalmente deja de ser creativa y degenera en tan solo una “Minoría Dominante” (lo que fuerza a la mayoría a obedecerla sin merecer esa obediencia). Argumenta que las minorías creativas se deterioran debido a la veneración de sus méritos anteriores, por la cual se convierten en orgullosos, y fallan en dirigir adecuadamente frente a los siguientes retos”.
Hasta tanto la defensa de la parcela, la solidaridad y la alerta emergente en el día a día la palabra, como única herramienta, son nuestra materia prima en esta babelia en la que cada instante marca un siguiente acto.
Poeta. Gestora cultural. Articulista de opinión. Ha recibido varios premios de poesía y al mérito laboral. Ha sido jurado en diversos certámenes nacionales e internacionales. Ha publicado diversas obras, así como Literatura infantil, Sus textos han sido traducidos a varios idiomas y figuran en diversas antologías nacionales y extranjeras.