En la nueva normalidad, asumimos que las relaciones comerciales, sociales, educativas, comunicacionales, médicas, culturales, familiares, etc., están mediadas por las tecnologías de información y comunicación (TIC’s), sin embargo, las estadísticas que presentó el INEC para el año 2019 -pre pandemia-, evidencian un país con enormes brechas, tanto en el acceso a recursos tecnológicos, como a servicios entre campo y ciudad. En 2019, el porcentaje de hogares con acceso a Internet a escala nacional alcanzó el 45,5%; de ellos, el área con menos cobertura es la rural, con tan solo el 21,6%; el analfabetismo digital en las personas de 15 a 49 años alcanzó el 20% en el área rural, y menos del 25% de la población de 54 años en adelante usan computadora[1].
Evidentemente estas cifras ahora son sólo referenciales, debido a que, según informes de Naciones Unidas, los países en vías de desarrollo por efectos de la pandemia, hemos retrocedido en un año lo que se avanzó en una década, por lo tanto, las estadísticas de los efectos post COVID-19, los tendremos con suerte al 2022, por ello es importante analizar el alcance de las propuestas para el sector artesanal, empleando tecnologías de información y comunicación, considerando que los y las artesanas, habitan en su mayoría en el sector rural, y tienen más de 40 años.
Entendemos que la producción artesanal es una actividad en constante transformación, que abarca objetos que derivan de tradiciones milenarias o desarrolladas a partir de la colonia, hasta artículos de reciente creación ajenos a pautas tradicionales, que solo tienen significado económico para sus productores, así como son diversas las formas en las que las artesanías se insertan como mercancía en la estructura económica dominante, por ello, es importante, observar la relación que se da entre tradición y modernidad.
Estas relaciones entre tradición y modernidad no siempre son fáciles, y no están exentas de inequidades, entre el mundo del diseño, la academia, las cadenas de comercialización, los espacios de circulación y el empleo de tecnologías de información y comunicación para la difusión y los artesanos tradicionales.
Estas relaciones desiguales, provocan formas complejas de interrelación, que van desde “hacer con” y no “hacer para”, metodología participativa propuesta por Paulo Freire en la década de los noventa, muy socorrida en teoría pero que muy poco se aplica. Las artesanías son expresiones materiales de la cultura, y la diferenciación en el interior de las artes –en condición subalterna-, se debe precisamente, porque quienes la producen, se encuentran invisibilizadas, detrás del neutro concepto de pueblo, por ello es “anónima”. Analizar quiénes se benefician, y si se mantienen situaciones precarias de producción, en las que, la creación artesanal y/o artística se convierte en un medio de subsistencia, evidencian las brechas históricas del sector artesanal.
Por otro lado, encontramos la “nueva artesanía”, que emerge como uno de los focos de innovación más relevante dentro del sistema de la moda, con jóvenes diseñadores y design-makers; esta multiplicidad de pequeños creadores del mundo global, explotan todo tipo de propuestas, apoyados con la hiperconectividad de su público. En esta medida es importante mirar los contrapuntos frente al mercado artesanal tradicional, en el que se reconoce y valora como portador y transmisor de memoria y patrimonio, y que cuando logra el reconocimiento estilístico y estético es dotado de la categoría de “arte popular”.
Es interesante analizar el siguiente párrafo de promoción de la “Neo artesanía”, porque con ello se devela su impacto y su futuro.
“La artesanía contemporánea se ha convertido, de esta forma, en un laboratorio de reflexión y experimentación sensorial, formal y simbólica a través de la confrontación y el diálogo entre la tradición y la innovación, entre los materiales naturales y los materiales inteligentes, entre las técnicas manuales y las nuevas tecnologías, entre la identidad local y el desarrollo global, erigiéndose en la vanguardia de las nuevas tendencias culturales y del mercado”[2].
Frente a ese futuro prometedor de los “Neo artesanos”, las desigualdades, injusticias y olvidos históricos que sufren los artesanos tradicionales en toda la cadena de la producción artesanal se amplía. Con la irrupción de nuevas formas de comunicación que exigen el uso de medios tecnológicos, se evidencia otra arista, que se suma a las desigualdades que sufren los artesanos en el país, como es la falta de acceso a tecnología, a los medios digitales y al internet, agudizándose la brecha digital, que los pone en mayor desventaja en un mercado global.
Vale entonces preguntarnos ¿a quiénes se convoca?, ¿a
quiénes se apoya?, ¿a quiénes se reconoce y valida como artesanos? Si no se
toman en cuenta los problemas que atraviesan los hombres y mujeres del sector
artesanal en el país, y no se lucha por erradicar las desigualdades que los
afecta.
[1] https://www.primicias.ec/noticias/tecnologia/ecuador-hogares-acceso-internet-inec/
[2] https://www.teamlabs.es/es/blog-teamlabs/artesania-lujo-y-fast-fashion-parte-ii-la-nueva-artesania-y-la-irrupcion-del-fast-fashion
Foto: https://www.elespanol.com/corazon/estilo/20200713/loewe-escribe-historia-artesania-moderna-coleccion-masculina/504949832_0.html