Cada año, entre febrero y mayo, las fuertes lluvias llegan a nuestra Cuenca. Es en estos meses que debemos agradecer la capacidad de resiliencia de los bordes de nuestros ríos que, a pesar del aumento de caudal, lo resisten y cuando no, se recuperan. Pero ¿qué entendemos por “resiliencia” cuando se habla de un ecosistema urbano?
La palabra resiliencia originalmente se utilizaba en la disciplina de la psicología, al referirse a la capacidad de las personas para recuperarse después de haber sobrevivido algún trauma. En los últimos años, este concepto se lo ha traslado al urbanismo y se habla de “resiliencia urbana”, con un significado similar: la capacidad de un asentamiento humano (ej: ciudad) para recuperarse después de algún tipo de fenómeno natural o antrópico. El concepto de “resiliencia urbana” es bastante amplio y abarca la recuperación en el ámbito económico, social y ambiental; y, al igual que las personas, algunas ciudades son más resilientes que otras.
En este texto me limitaré a comentar sobre la resiliencia que permiten las márgenes de nuestros ríos. Muchos de ustedes quizá ya no recuerden, pero fue a principios de este siglo (hace aproximadamente 20 años), que se estableció la prohibición de construir en las márgenes de los ríos y de las quebradas de Cuenca (50m en el primer caso y 15m en el segundo). Esta prohibición, plasmada en ordenanza municipal, es la que hoy nos permite disfrutar de decenas de kilómetros de parques lineales. Más allá del disfrute desde el punto de vista paisajístico, recreativo y deportivo, los parques lineales permiten que la ciudad no padezca más de la cuenta cuando los ríos crecen; es decir, que sea resiliente ante los inviernos fuertes.
Cuando los ríos se desbordan en nuestra ciudad, lo hacen hacia los ejes verdes, y por ende el agua se extiende sobre suelos permeables, que tienen la capacidad de absorber. Caso contrario, imaginen ustedes lo grave de un desbordamiento de los ríos sobre grandes extensiones de pavimento o peor aún sobre construcciones, tal como ocurrió en la ciudad de Loja el pasado 13 de marzo.
Así que la próxima vez que usted salga a disfrutar de una orilla de río en Cuenca, piense que además de las caminerías, los juegos, máquinas para hacer ejercicios, los árboles, etc., usted está pisando el suelo que nos previene de grandes inundaciones a la ciudad y por ende nos evita cuantiosas pérdidas.
Doctora en Arquitectura y Estudios Urbanos de la Universidad Católica de Chile. Máster en Arquitectura por la Universidad de Kansas-EEUU. Docente/investigadora en la Escuela de Arquitectura de la Universidad del Azuay desde el año 2009. Coordinadora de Investigaciones de la Facultad y Directora de la Maestría de Arquitectura. Docente en diferentes módulos de posgrado a nivel nacional. Ha sido Secretaria de Movilidad y Directora de Planificación del Municipio de Cuenca. Sus trabajos de investigación, publicaciones y ponencias se centran en la ciudad con un énfasis en la movilidad y el transporte.