Abdón Ubidia
No apto para idiotas.
Hace poco, un entrevistado prepotente y locuaz decía, en la tele, que era un absurdo otorgar derechos a lo que no era humano ni tenía conciencia de serlo. Que, en definitiva, los derechos de la naturaleza eran solo un invento.
Este idiota triunfal, nunca pensó que, sin la conciencia humana, el universo entero, y la naturaleza en él, sería una sola roca ciega que nadie sería capaz de ver, reflexionar ni imaginar.
Se trata de teoría del conocimiento, de epistemología pura: la naturaleza solo puede pensarse a sí misma, mediante el único de los seres que ha podido desarrollar una conciencia de sí y del mundo que le rodea.
La conciencia humana ha sido, pues, el resultado de un largo proceso evolutivo, solo posible después de la aparición de la vida, es decir de la biología, hace 3.800 millones de años y de que, mucho más tarde, hace 70 mil años, nacieran los primeros Homo sapiens y, luego, nuestra especie, la del homo sapiens sapiens, con sus culturas diversas.
De entre todas las especies del reino animal, el último eslabón de la cadena evolutiva, el ser humano, es el único que pudo desarrollar una conciencia de sí, una conciencia del mundo. Verse a sí mismo y ver su entorno y pensarlo.
EL ser humano es naturaleza pura.
No hay manera de separar al ser humano de la naturaleza que lo constituye y ampara.
Así como la abeja y el colibrí tienen la misión de polinizar las flores de las que se alimentan, y cada especie está engarzada en una infinita cadena biológica en la que cumple una función para sobrevivir en ―y por― la naturaleza que le garantiza, justamente, su supervivencia; así también la especie humana, al haber desarrollado un cerebro capaz de generar una conciencia de sí y de su entorno, cumple la función de pensarse y pensar la naturaleza que lo hizo posible. Y empezar a descifrar sus códigos que, de otra forma, serían invisibles, secretos para ella.
El ser humano está hecho por la naturaleza para pensar. Todas sus limitaciones físicas son superadas por su capacidad de pensar. Pensar es sobrevivir para él.
La conciencia humana es un estadio de la naturaleza. El ser humano y la naturaleza que lo contiene son lo mismo. Son la parte y el todo. No tiene sentido separarlos. La naturaleza se piensa a través del ser humano. La conciencia humana es conciencia de la naturaleza. Los derechos humanos son derechos de la naturaleza. Son el contenido y el continente.
Pasa que los derechos humanos son los derechos específicos de una especie, en su pequeña magnitud.
Pero pasa también que los derechos de la naturaleza son aquellos que, en su gran magnitud, nos permiten existir y, por tanto, tener derechos humanos.
No es ninguna coincidencia que quienes niegan los derechos de la naturaleza, sean los mismos que, de muchas formas atroces, llevados por su pulsión destructiva, de muerte, niegan los derechos humanos.
Por eso, cuando, ante ellos, insistimos en defender los derechos de la naturaleza, estamos defendiendo también los derechos humanos.
Portada: foto tomada de: https://n9.cl/3ftbyc
Abdón Ubidia, escritor, narrador, ensayista y crítico literario de origen quiteño; es uno de los escritores más influyente de Ecuador. Premio Nacional de Literatura José Mejía Lequerica (1979 y 1986); Premio Joaquín Gallegos Lara en novela (2004) y cuento (2015); Premio Eugenio Espejo (2012), máximo galardón cultural del Ecuador.