“…Hay una cueva que se ha abierto frente a la ciudad universitaria realmente deprimente. Allí vive un individuo, de seguro, con una alteración mental, para ir a localizarse en un sitio que implica grave peligro. Luego me he puesto a pensar cómo será eso, un lugar tan plagado de ratas, pero la verdad es que él causa un espectáculo sobre todo los domingos; […] posee una cierta idea de higiene, porque quema sus montes adentro para desinfectarse, pero es un aspecto realmente deprimente y también considero que es un peligro porque luego puede proliferar un barrio de miseria. Yo creo que, aún, cuando no es tarea del Municipio se gestione un puesto en un asilo y pues sino quiere que se vaya a otra parte…”.
Esta cita corresponde a la opinión de uno de los cabildantes proporcionada en una de las sesiones del concejo municipal y la localicé en el archivo histórico de la Casa-Museo Remigio Crespo Toral; la misma permite darse una idea acerca del modus operandi para resolver los problemas en la urbe y aunque es de 1971, a mí en lo personal, no me resulta atemporal en lo absoluto, ya que hasta el día de hoy lo que se procura es mover el inconveniente, pero no erradicarlo de raíz.
En este sentido, al analizar detenidamente el texto, aunquese baraja la posibilidad de buscar un puesto en un asilopara trasladar al individuo, se enfatiza en que dicha tarea no compete al municipio y se decantan por afirmar que de no aceptar eso, se marche a otro lugar demostrándose una actitud definible como de Poncio Pilato.
Así, para corroborar mi aseveración rededor de que dichamanera de actuar es axiomática en nuestro contexto voy a narrar una experiencia que viví el anterior año; una tarde caminaba por la bajada de Todos Santos justo al principiar la margen izquierda del río Tomebamba, un poco antes del redondel José Peralta, y un barullo captó mi atención ya que se trataba de mover a un grupo de personas extranjeras que habían hecho de ese viaducto su hogar. Entiendo que el fin era promover la seguridad ciudadana, pero el objetivo era trasladarlos a algún otro sector, menos céntrico, y que no desluzca la estética de ese espacio, prácticamente contiguo al Puente Roto y que se caracteriza por la gran afluencia turística.
Por tanto, creo que uno de los grandes inconvenientes que existe al gestionar la urbe, es que con el afán de dotarla de belleza se realizan intervenciones superfluas que no apelan a solucionar los inconvenientes a profundidad; para ejemplificar, un caso de urbanismo, con dicha estrategia,que pone sobre la palestra que la poca planificación termina siendo problemática, es el caso guayaquileño con su emblemático cerro Santa Ana, tan sólo maquillado,donde no se buscó incidir en el origen de los aquejamientos de aquella zona porteña, lo que ocasiona que la parte contigua al imponente río Guayas posea edificios y zonas de recreo propias de una nación muy desarrollada, mientras que unos metros más allá, en el cerro que domina el sector, las casas sean de lata y caracterizadas por su extrema modestia.
Interesante reflexionar que un espacio de pocos metros dos realidades conviven: la una con un IDH (Índice de Desarrollo Humano), con seguridad, muy parecido al de Escandinavia, mientras que un poco más al occidente moran personas que su situación se asemeja más a la realidad del África subsahariana. Dicho esto, es necesario que las autoridades de la capital azuaya tiendan a hacer intervenciones bien caviladas y que sean medulares, no simples afeites que ocultan el problema, pero que a larga lo agravan; la analogía más apropiada sería con una olla de presión que continúa sobre la lumbre y, por ende, tarde o temprano va a explotar.
Quizás en este punto surge la pregunta acerca de cuál sería la manera correcta de proceder para solucionar este tipo de problemática. Pues, si existiera un compromiso serio, seinvertirían los recursos económicos necesarios para buscar profesionales vinculados a la sociología, antropología y trabajo social que consientan generar un cambio significativo, ya que debido a su área de profesionalización y, por tanto, experticia, tienen la capacidad de buscar estrategias que permitan unainserción real de esa población, históricamente excluida.
Así, he decidido ilustrar esta nota con una toma que hice a principios de esta semana y que considero posee muchos paralelismos con la realidad que he descrito. En ella se muestra el Colegio Nacional Benigno Malo, sin duda, uno de los monumentos cuencanos de más importancia, no sólo por todas las memorias que encierra, sino por su calidad arquitectónica, al ser uno de los hitos más sobresalientes del acervo edificado de la capital azuaya yuno de los mejores ejemplos del academicismo francés a nivel nacional.
En esta toma el sol luce un tono rojizo, característica que denota gran belleza y que, con seguridad, le da un toque especial a la fotografía; lamentablemente, ese matiz se debe a la gran cantidad de incendios activos alrededor de Cuenca, situación que tiene su razón de ser en el inminente calentamiento global, que en parte es por mala gestión de los gobiernos de alrededor del globo. Es por esto que a veces, algo que puede lucir hermoseado o aparentemente positivo, dentro de sí podría ser evidencia tangible de innumerables problemas y el augurio de situaciones mucho más complejas, por no haberse tomadodecisiones a tiempo y de grueso calibre que conlleven acciones concretas y eficaces.
Humano curioso, observador y pensador innato. Amante de la historia, cultura y geografía. Licenciado en Gestión Cultural por la Universidad de Los Hemisferios (Quito); máster en Historia del Arte por la Universidad de Sevilla (Sevilla); especialista en Gestión de Museos y Centros Culturales por la Universidad del Azuay (Cuenca). Se dedica a la investigación de manera independiente y su área principal de indagación está centrada en la historia arquitectónica, social y cultural de la capital azuaya y sus alrededores.