Ochenta años de La Gloriosa, de esta gesta nació la FEUE, Federación de Estudiantes Universitarios del Ecuador, la FEI Federación Ecuatoriana de Indios, la Casa de la Cultura, y no estoy seguro si también la CTE. Se volvieron visibles y tomaron cuerpo y autonomía sectores de la sociedad antes invisibles, mudos o asimilados a alguno de los poderes, sean legales o fácticos. El otro lado de la medalla es que se afianzó el populismo con todas las distorsiones políticas que le son propias, “se juntaron curuchupas y comunistas y le trajeron al loco Velasco como a la Virgen del Quinche”, decía mi tío Alfonso que era liberal. Revolución traicionada dicen, ¿hay una sola revolución en toda la historia que no haya sido traicionada?, pregunto. “¡Que se abran cien flores y compitan cien escuelas de pensamiento” dice Mao Tse Tung en el foro de Yenán, y de las cien flores decapitaron noventa y nueve, suele pasar con las revoluciones, de todos modos me quedo con el tiempo de las cien flores.
Veinte años antes de La Gloriosa, una mujer, Matilde Hidalgo de Prócel, ecuatoriana, se para en la fila de electores para sufragar y no pudieron impedirle porque no había una prohibición explícita que le prohibiera votar, convirtiéndose en la primera mujer latinoamericana en ejercer su derecho al voto. También fue el Ecuador si no el primero, uno de los primeros países en el continente que tuvo una Ley de Divorcio 1910, en el Brasil no hubo divorcio hasta la década del setenta, en la Argentina hasta los ochenta, en Colombia en los noventa y en Chile en el dos mil y pedazo. Estos avances en materia de derechos, en los que el Ecuador ha sido pionero, contrastan con atrasos históricos como una Ley de Reforma Agraria que fue decretada recién en 1964 y la criminalización de la homosexualidad que fue abolida apenas en 1997.
Volver visibles sectores de la sociedad y situaciones que permanecían ocultas, es el verdadero valor de las gestas históricas, sabemos que siempre habrá una camarilla mañosa que se haga con el poder, conformémonos entonces, por lo pronto, en defender lo conquistado en la lucha. El lugar de la acción política de quienes somos gente de a pie es la calle, no las oficinas donde se cocinan los conciliábulos del poder.
Los peces grandes se comen a los chiquitos y hay espacios e instancias en las que siempre vamos a perder, entonces ¿para qué estar allí? El individuo, el barrio, la comunidad, la asociación civil que se juntan por un objetivo común siempre estarán en desventaja frente a las grandes empresas, las instituciones que dicen representarnos, los ejércitos y guardias de choque regulares o irregulares, los medios de comunicación masivos, etc.
El Ecuador, país chiquito y ninguneado por unos, por otros y por nosotros mismos, no ganará ningún juicio en tribunales internacionales, para muestra basta un Chevrón.
La ruptura del orden muestra realidades y da la posibilidad de hacer propuestas, pero no nos engañemos, siempre habrá una camarilla que se aprovecha y es la que tomará el poder. “Cuando crees que tomaste el poder, el poder te tomó a ti”.
Siempre he dicho que llamarse apolítico demuestra ser ignorante u oportunista, pues toda acción del ser humano en el espacio público es política, el problema, y allí entiendo y me solidarizo con muchos de los que se definen como apolíticos, es que lo que equivocadamente se entiende por política no es política, es un mercado de ofertas donde el que tiene las de ganar es quien mejores expertos en psicología de masas pueda contratar para su campaña, por eso no le doy valor a la opinión de la mayoría -perdonarán nomás-, como decía Borges “la democracia es un abuso de la estadística”, pero es lo menos malo que existe y no por la opinión de la mayoría sino porque no te maten por pensar diferente.
Creo que, aunque tengamos de antemano las respuestas, es bueno volver a poner sobre el tapete ciertas preguntas ¿son los poderes del Estado el ejecutivo, legislativo, judicial, electoral y de participación?, o más bien ¿la economía, las armas y la comunicación? ¿Debemos seguir apostando a espacios donde sólo seremos su almuerzo o sus títeres o debemos orientar nuestra praxis hacia el fortalecimiento de un poder alterno regido por otros principios?
Actor quiteño, vive en Cuenca desde 1990. Con cuarenta años de experiencia ha participado en numerosas obras de teatro y producciones cinematográficas, logrando algunos premios durante su trayectoria profesional. Ha sido instructor de varios talleres, ha publicado artículos en revistas especializadas y, en la actualidad, es miembro de la Compañía de Teatro de la Universidad del Azuay.