Considero que los seres humanos carecemos de maldad tácitamente y somos el conjunto de dos sinergias que evidencian una dualidad presente en todo el cosmos que al fundirse forman los matices, definibles como la base de la vida misma. Sobre este particular se ha reflexionado desde tiempos inmemoriales y consuetudinariamente, la religión es la que ha normado lo que es el bien y el mal.
En este sentido, las culturas alrededor del mundo se han valido de alegorías para representar lo expuesto. Por ejemplo, en el cristianismo se acuñó el concepto de Dios y Lucifer; en el paradigma islámico se alude a Alá e Iblís; en el taoísmo se lo ha interpretado como el Ying y el Yang; mientras que en la cosmovisión inca se habla de Viracocha y Supay.
Lo expuesto permite evidenciar que cada pueblo utilizando sus propios mitos, ha elaborado un sistema de pensamiento para simbolizar algo que debido a su naturaleza intangible ha supuesto todo un misterio. En el caso de la cosmovisión ecuatoriana, la misma está alimentada de muchas vertientes, siendo dominante la proveniente de Occidente debido al proceso de conquista ibérica.
Dicha situación ha desembocado en una ideología en la cual su germen es la noción aristotélica, la que de entre sus varios postulados en el que se alude a la relación macho-hembra se considera al primero como superior y, por ende, lo femenino se vincula a un estadio inferior que, lamentablemente, transmutó hasta lo imperfecto e inclusive ha sido tipificado como conexo al pecado.
Quizás en este punto puede surgir la incógnita acerca de cómo el juicio de un antiguo griego arribó a nuestro país. Pues todos sabemos la religión que aquí predomina y uno de los personajes que más injirió en ella fue santo Tomás de Aquino, quien a su vez absorbió los postulados de Aristóteles y, por decirlo de manera criolla, los cristianizó; lo antedicho fue lo que originó el sistema filosófico llamado tomismo y el que, en parte, ha ido modelando nuestras mentes.
Así, se explica la relación dicotómica entre hombre y mujer, y, aunque muchos no caigan en cuenta es la que ha ido dando forma a nuestra idiosincrasia actual. Respecto a esto último NO pocas veces he escuchado que el feminismo es una bazofia, un planteamiento sinsentido, una ridiculez carente de pies y cabeza que ha contaminado ¿despertado? las cabezas más jóvenes.
Creo que cualquiera con dos dedos de frente no se atrevería a imputar tal catalogación a dicho movimiento, que lo único que ha buscado es conseguir un trato equitativo para con las mujeres y quien diga que es innecesario, por lo visto no ha mirado noticieros últimamente. Hace poco, una estudiante de la facultad de filosofía de la Universidad de Cuenca fue asesinada, víctima de feminicidio, concepto que alude, taxonómicamente, al crimen de una mujer en manos de un hombre en un contexto donde la violencia, la inequidad y la discriminación están institucionalizadas no per se, pero sí de forma inconsciente.
En lo tocante a este caso, sólo gracias a la organización de los y las estudiantes universitarios sumado la de los organismos feministas se cimentaron las bases para hacer las diligencias necesarias y dar con el presunto autor del crimen y, por ende, localizar el cuerpo de esta joven oriunda de una provincia de la Amazonía. En base a lo mencionado es que me pregunto ¿desde qué sitial los miembros de la sociedad que vituperan contra dichos grupos hacen sus dilucidaciones y se atreven a aseverar que su finalidad es el adoctrinamiento?
Desde mi opinión una idea o concepto se vuelve doctrina únicamente cuando no se reflexiona a su rededor, cuando se acepta como verdad absoluta, asumiéndose sin miramientos y pretendiendo que debe ser la manera en que el resto debe pensar; por lo tanto, no creo que esa sea la postura del feminismo, el que más bien ha buscado forjar un mejor mundo en base a la cavilación.
Además, otro asunto que debe puntualizarse es el de la vicepresidenta con el primer mandatario, quienes las últimas semanas han estado en un constante tira y afloja, literalmente un circo mediático. En torno a esto me queda un sabor amargo, ya que ella con su postura y él con la suya no han hecho otra cosa que reforzar mi percepción de la poca valía que se otorga a la lucha del colectivo de pañoleta morada, sumado, sobre todo, la imperante misoginia que persiste en nuestra nación y utilizó dicho adjetivo, ya que este tipo se situaciones no son aisladas y reflejan el modus essendi de gran parte de los que habitan este país.
Por otro lado, quiero enfatizar que para mí gran parte del problema yace en esa consideración histórica de tónica peyorativa hacia las mujeres y como mencioné en un inicio el bien y el mal, el blanco y el negro, lo femenino y lo masculino (he colocado primero a esa energía como el objetivo de zafarle de su catalogación tradicionalmente despectiva), el día y la noche, entre otros son parte de la naturaleza del cosmos, del que, además, nosotros somos parte inherente.
En este sentido, lo que sí es una realidad es que cada uno es quien decide en que espectro colocarse o cómo equilibrarlo. No hay que olvidar que sin la noche no existe el día, por lo que necesitamos de la oscuridad para brillar, tal cual como dijo el afamado psicoanalista Carl Jung: “nadie se ilumina fantaseando figuras de luz, sino haciendo consciente su oscuridad”.
Para concluir quiero subrayar que este artículo está dedicado a la memoria de todas las víctimas de feminicidio y en especial al más reciente, esperando que la gente que cree que la lucha feminista es un absurdo y que la mujer vive en perfecta equidad se replantee dicha percepción y comience a reflexionar sobre el por qué hay un índice mayor de muertes del género femenino en manos de hombres que a la inversa.
Humano curioso, observador y pensador innato. Amante de la historia, cultura y geografía. Licenciado en Gestión Cultural por la Universidad de Los Hemisferios (Quito); máster en Historia del Arte por la Universidad de Sevilla (Sevilla); especialista en Gestión de Museos y Centros Culturales por la Universidad del Azuay (Cuenca). Se dedica a la investigación de manera independiente y su área principal de indagación está centrada en la historia arquitectónica, social y cultural de la capital azuaya y sus alrededores.