Los testimonios y las vivencias de muchos periodistas azuayos, fueron compartidas en el encuentro testimonial llevado a cabo el pasado viernes 28 de julio en un salón de la Casa de la Cultura, donde se llevó a cabo un evento para hablar de Monseñor Luis Alberto Luna Tobar. Cada una de las intervenciones fue una manifestación emocionada de admiración y afecto. El periodismo cuencano se vio enriquecido por la participación activa del obispo Luna, quien, como lo recordaba Eugenio Lloret, fue hijo de un periodista quiteño que influyo su inclinación por el oficio de la comunicación. Luna colaboró en diversos diarios locales como El Mercurio y El Tiempo, así como en diario Hoy. De igual manera lo hizo en radio emisoras como Ondas Azuayas y La Voz del Tomebamba, además en prestigiosas revistas locales como Avance, dejando gratos recuerdos y valiosas lecciones de vida en quienes lo conocieron.
Fausto Cardoso, recordó los días en los que Luna colaboró con ellos en la desaparecida emisora, Ondas Azuayas. La capacidad oratoria del arzobispo y su contundente mensaje, marcaron una línea de análisis de gran aporte para la comprensión de las realidades humanas y sociales. Fausto Cardoso era el director de la radioemisorita, cuando Luis Alberto Luna se integró para colaborar en el espacio denominado Un Encuentro con la comunidad, por más de 10 años.
Nicanor Merchán lo recordó como un gran amigo, alguien que tenía una voz alta y un gran liderazgo, que hablaba con fuerza, valentía, y convicción en sus discursos y sermones, los mismos que se convirtieron en la voz de los que no tenían voz, y eso es lo que hoy se extraña. El Dr. Merchán contó la vez que fue, junto con Monseñor Luna y el Padre Jesús Osorno, dos días a caballo para llegar a la parroquia Chaucha, pues habían sido informados que ahí estaban los guerrilleros. Cuando llegaron lo que encontraron fue una comunidad presa de la pobreza y la necesidad, y fue ahí cuando le escuchó decir a Monseñor por primera vez, Cuenca me ha evangelizado.
Gustavo Cardoso nos trajo a la memoria la famosa noche del 4 de noviembre de 1985, conocida históricamente como La noche de los Giles, cuando a las dos de la madrugada se anunció que se produciría gran terremoto en la ciudad. Todos los sistemas de comunicación se pusieron en alerta y la población entera salió a las calles a esperar la gran tragedia. Luna fue invitado a transmitir en vivo un mensaje de calma a la ciudadanía ante la amenaza anunciada, mensaje que fue transmitid desde Ondas Azuayas. Así, se inició una relación que duró por muchos años, durante los cuales Luna estuvo vinculado con esta prestigiosa emisora radial. Época de grandes movilizaciones sociales, algunas de las cuales derrocaron presidentes. Luna analizaba la realidad social, económica y política desde su compromiso cristiano para denunciar la injusticia, la pobreza, la exclusión, la discriminación, la violencia hacia las mujeres, la discriminación a los homosexuales y a los extranjeros, su dolor por los efectos de la migración, el centralismo y los abusos del poder. Hoy sin duda, su voz nos hubiera ayudado a entender las problemáticas que vivimos en nuestro país y que nos ha sumergido en la violencia y la confrontación. Luna crítico de las limosnas y los priostazgos, pues consideraba que el culto interesado era antiético y que además auspiciaba el alcoholismo. Dios no se compra, ni el cielo se financia, sentenciaba claramente ante las situaciones que usaban como pretexto la religión para genera dinero, o para justificar la bebida. Siempre fue capaz de enfrentar los dogmatismos de la iglesia y defender las disidencias de todo orden, comentó Cardoso.
Finalmente, Ricardo Tello nos relató algunas lecciones que Luna le dejó cuando el once de julio de 1983 sucedió una lamentable tragedia al caer el avión de Tame, frente a lo cual en los medios de comunicación se informó que se trató de una falla humana. Luna reflexionó sobre esta sentencia concluyendo que la situación del país también tenía responsables con nombre y apellido, que también las fallas en la política y en todas las profesiones son fallas humanas que tienen responsables concretos, pero sobre todo advertía que en el periodismo las fallas humanas son la hipocresía que anteponía objetivos particulares, personales o partidistas por encima de la justicia. Para Tello, Luna fue un actor incómodo para la política demagógica. Los periodistas aprendimos a leer entre líneas, él nos enseñó cuando denunció la existencia del famoso infiernillo que existía en la antigua cárcel de Cuenca donde se torturaba a los presuntos guerrilleros y sus colaboradores, cuestionando sin ambages a la institución policial. Así, su consigna de lucha desde el periodismo era siempre identificarnos con la defensa de los derechos humanos y los más necesitados, por ello decía que nuestro lugar de enunciación siempre debe ser el de los desposeídos.
Estas y otras fueron las lecciones de ética contundentes de este maestro del periodismo, la falla humana del periodismo es anunciar de manera irrespetuosa o engañosa y prestarse para la demagogia y la confusión, por eso recordamos su inolvidable: “Me traicionaría a mí mismo si no dijera lo que pienso”.
Ex directora y docente de Sociología de la Universidad de Cuenca. Master en Psicología Organizacional por la Universidad Católica de Lovaina-Bélgica. Master en investigación Social Participativa por la Universidad Complutense de Madrid. Activista por la defensa de los derechos colectivos, Miembro del colectivo ciudadano “Cuenca ciudad para vivir”, y del Cabildo por la Defensa del Agua. Investigadora en temas de Derecho a la ciudad, Sociología Urbana, Sociología Política y Género.