
CUENCA NO ES COLONIA DE UNA TRANSNACIONAL MINERA
Cuenca no se resignará jamás a ser destinada como un distrito minero sometida a una empresa transnacional que utilizará y administrará las aguas que nacen en Quimsacocha, como un señor feudal que tiene su latifundio en un lugar estratégico donde se originan las vertientes, quebradas, arroyos y ríos, que sirven a los habitantes no solo de este Cantón sino a otros Cantones vecinos.
De darse la explotación minera en Quimsacocha, sería la empresa minera, la que, en los hechos, por estar en la cabecera de los ríos que se originen en ese páramo, la que tendrá en sus manos la determinación del volumen de las aguas a utilizarse en el procesamiento del material rocoso a extraerse de la mina y la evacuación de las aguas residuales contaminadas con arsénico, níquel, plomo, aluminio, cadmio y hierro.
Los agricultores saben por experiencia que, aquellos usuarios de las aguas de las partes altas de un canal de riego utilizan el agua a su voluntad hasta que lleguen los “aguateros” o usuarios de las partes bajas de una acequia que “siguen el agua” para traerla y regar sus predios.
Igual sucederá de darse la explotación minera en las nacientes de los ríos Irquis, Portete, Girón, Zhurucay y Bermejos, porque ninguna autoridad del ambiente y del agua podrá estar a tiempo completo vigilando y controlando el caudal de las aguas a utilizarse en el tratamiento del material extraído y la calidad de las aguas residuales que bajan por los ríos tributarios de los ríos Rircay, Tarqui y Yanuncay, pero sobre todo la destrucción del páramo y las fábricas naturales del agua.
En definitiva, la gran administradora del agua en las alturas de Quimsacocha será la empresa minera explotadora y tanto las personas, comunidades, juntas de agua potable, juntas de riego y ETAPA EP estarán subordinadas a los volúmenes de agua que utilice la transnacional minera y la calidad del líquido vital afectado por la contaminación minera.
Esa misma es la experiencia de las comunidades campesinas, agricultores y centros urbanos de otros territorios del país, incluso con desviación de ríos, y también la experiencia de poblados y ciudades como en el caso del Perú y de otros países.
El cantón Cuenca no puede tolerar esta situación de subordinación neocolonial a una empresa minera transnacional que solo mira por sus negocios y que luego de arrasar con el páramo, alzará el vuelo dejándonos la administración de impactos ambientales a perpetuidad.
Algunos negociantes y empresarios están haciendo un cálculo mezquino de las migajas de las que podrían participar de la explotación minera, por sobre el bien común de la colectividad cuencana y azuaya, con una actitud servil similar a la de aquellos “criollos” lacayos del colonialismo pasado. Ni siquiera piensan en sus propias familias, hijos y nietos que sufrirán las consecuencias del agua y alimentos contaminados con sustancias dañinas a la salud.
Cuenca atraviesa un momento decisivo en su historia y requiere unidad, decisión y liderazgo cívico y colectivo apuntando a un solo objetivo: la defensa del agua para sus habitantes, por encima de cualquier bandera ideológica política, por lo que se debe hacer un paréntesis de las disputas políticas internas de Cuenca, todo con la finalidad de generar un frente único cívico e institucional compacto y democrático. No hay espacio para cálculos oportunistas, electoreros y politiqueros, ni protagonismos espectaculares.
No es tiempo de privilegiar las disputas políticas intestinas, porque aquellas hacen el juego a la transnacional minera y las autoridades del Ministerio de Energía y del Ministerio del Ambiente, hoy fusionados, que han atropellado la Constitución, las leyes, consultas y sentencias de la justicia ordinaria y la justicia constitucional, llegando incluso a falsear información, realizar una consulta ambiental trucha e inventarse una consulta previa, tomando el nombre y suplantando a la comunidad campesina de Escaleras.
El destino de Cuenca no está en la mano de una persona, autoridad política, administrativa o judicial, no, eso ya decidió el pueblo soberano de Cuenca en la Consulta Popular del 7 de febrero del 2021 y el pronunciamiento democrático tiene que respetarse y acatarse.
No puede tolerarse la burla a la voluntad soberana del pueblo, caso contrario lo que existiría es imposición dictatorial, y entonces nos preguntamos, ¿para qué se llama a una nueva consulta popular nacional?, ¿acaso una consulta popular vale más que otra?, ¿se respetan las consultas y respuestas que solo convienen al interés político de un gobierno de turno?
Si la consulta popular por el agua al pueblo de Cuenca, no se respeta, ¿por qué el pueblo soberano de Cuenca debería apoyar otra consulta del poder centralista que irrespeta al pueblo de Cuenca?
En este momento histórico existen dos intereses en juego: el de la empresa minera transnacional y el de los habitantes del cantón Cuenca. Todos tienen que definirse. El gobierno nacional deberá escoger: o defender a la empresa minera o defender al pueblo de Cuenca. El gobierno tiene la obligación moral, ética y jurídica de ejecutar la prohibición de la explotación minera en las zonas de recarga hídrica de los ríos Tarqui, Yanuncay, Tomebamba, Machángara y Norcay. Cuenca defiende el agua, la alimentación y salud de sus habitantes. ¡Cuenca ya decidió! ¡Quimsacocha no se toca!
Portada: imagen @voces_azuayas

Asesor jurídico, articulista de “El Mercurio”. Participa en algunas organizaciones ciudadanas como el Cabildo del Agua de Cuenca, el Foro por el Bicentenario de Cuenca y en una comisión especial para elaborar el Sistema Nacional Anticorrupción.