LA JERARQUÍA DEL PATRIMONIO FOTOGRÁFICO CUENCANO Y SU CORRECTA CATALOGACIÓN
Hace poco más de dos semanas atrás se anunció con gran efusividad el lanzamiento de una exposición denominada “Los Tiempos de Florencia Astudillo”; la misma tenía por objetivo narrar el transcurrir de esta mujer empleando como recurso expositivo fotografías que la retratan en diferentes etapas de su vida. En la actualidad, ella posee un lugar destacado en la historiografía de la capital azuaya y durante buena parte de la primera mitad del siglo XX fue considerada como una de las personas más adineradas a nivel nacional.
Dichas imágenes que se hallan en el Fondo Nacional de Fotografía Patrimonial del Ecuador son de dominio público, por lo que cualquier persona puede acceder, sólo basta poseer un ordenador y conexión a internet para hacerlo. Así, de entre todos los retratos que yacen en este repositorio digital se seleccionó uno de autoría de Manuel Jesús Serrano fechado en 1940 que tiene por tema específico “Florencia Astudillo”, para anunciar la exhibición (fotografía izquierda).
A primera vista y para alguien que no está tan familiarizado con dicho personaje histórico, quizás la imagen en cuestión, evidentemente, alude a ella. Sin embargo, para alguien más versado y sobre todo con un sentido de escrupulosidad histórica, la catalogación de estafotografía sería tema de debate. Así, en mis redes sociales tengo por amigo a un cuencano aficionado a la historia de la urbe y quien es muy minucioso en este tipo de particulares.
Él, de forma inmediata al lanzamiento de este afiche, enfatizó que dicha imagen no se correspondía con Florencia Astudillo Valdivieso. En este contexto, por una investigación que me encuentro realizando he tenido que observar algunos de sus retratos y yo le comenté que en el Fondo Nacional de Fotografía Patrimonial del Ecuador se había catalogado de esta manera.
Así, él me replicó que dudaba que fuera ella, sobre todo por su vestimenta, y que tal vez sería apropiado preguntar a uno de sus descendientes que continúan con vida. No obstante, me quedé reflexionando rededor de esta controversia y me topé otra foto en la que sí se especificaba que era esta mujer, ya que en el reverso tenía grabado “señorita Florencia Astudillo Valdivieso”(fotografía derecha); no como en la que suscitó el debate que había sido catalogada de esta manera, pero carecía de alguna nota que especifique el personaje y sólo poseía el nombre del autor.
En relación a la imagen que por la marca sí aclaraba que se trataba del personaje objeto de esta nota, la misma se halla datada circa 1930-1940, es decir 16 años antes de la muerte de Florencia acaecida el 18 de marzo de 1956, casicuando era una nonagenaria. Así, el ejercicio que realicé fue simple y consistió en cotejar ambas fotos para determinar si había alguna característica física determinante que validara la afirmación o la desmintiera y, por ende, zanjar la interrogante que se había planteado.
Al realizar este modus operandi pude inferir que las cejas eran bastante diferentes, pero que existía una peculiaridadaún más decidora: un lunar hacia el lado izquierdo de su cara, justo a la altura de la mitad de la nariz; mientras que la retratada en la foto para anunciar la exposición carecía de este rasgo. Así, se terminó por resolver la discusión y, por tanto, concluir que la dama fotografiada en 1940, no circa 1930-1940, definitivamente no era Florencia Astudillo Valdivieso.
Para muchos quizás esta inexactitud poco o nada tiene de importancia, pero, sin duda, para los que nos dedicamos a hacer historia sí se puede considerar como un errorgarrafal de la persona que catalogó la fotografía. Considero que la falta de escrupulosidad en esta rama de las humanidades, a la larga, puede traer inconvenientes; por ejemplo, un personaje de gran trascendencia tanto en los anales del catolicismo como de España es santa Teresa de Jesús o de Ávila, quien hasta bien entrado el siglo XX fue considerada como cristiana vieja, cuando, en realidad, su padre había sido un judío converso. Varios historiadores se habían topado con el juicio al que su progenitor fue sometido por este motivo, pero ninguno reparo en él, hasta que alguien con una conciencia de la jerarquía que implica la precisión se dio el trabajo de revisar y, así, poder reescribir la hagiografía de esta Doctora de la Iglesia.
En este sentido y por la investigación que, previamente, indiqué que me encuentro realizando, me topé con una fotografía también mal catalogada (fotografía inferior). En este caso en concreto, primeramente, hallé un litigio en el Archivo Nacional de Historia del Ecuador en donde se indicaba que para el año de 1913 la avenida 12 de Abril, en aquel entonces llamada 10 de Agosto, entre Loja y Solano ya se encontraba habilitada. En contraste, laimagen en cuestión denominada “Apertura de la avenida 10 de Agosto”, que al observarla con detenimiento consiente concluir que se corresponde con el tramo entre los puentes del Vado y del Centenario, yace fechada circa 1920-1930.
Por consiguiente, este dato, proveniente de fuentes primarias, permite situar el acondicionamiento al tránsitode la 12 de Abril entre Loja y Solano, por lo menos ocho años antes de lo que, consuetudinariamente se ha establecido y, por ende, rescribir la historia de Cuenca y, sobre todo, del sector de El Ejido. Así, se puede evidenciar como una equivocación de este tipo sí es garrafal, ya que no es lo mismo una década de diferencia al momento deentender el proceso de urbanización de un sector, que a su vez va influir en la comprensión del desarrollo de toda una urbe.
Humano curioso, observador y pensador innato. Amante de la historia, cultura y geografía. Licenciado en Gestión Cultural por la Universidad de Los Hemisferios (Quito); máster en Historia del Arte por la Universidad de Sevilla (Sevilla); especialista en Gestión de Museos y Centros Culturales por la Universidad del Azuay (Cuenca). Se dedica a la investigación de manera independiente y su área principal de indagación está centrada en la historia arquitectónica, social y cultural de la capital azuaya y sus alrededores.