¿RENOVACIÓN O BÚSQUEDA DE ADEPTOS?: LA IGLESIA CATÓLICA EN EL SIGLO XXI
“El papa Francisco aprobó bendecir a las parejas homosexuales” fue, con probabilidad, el titular de tendencia el lunes 18 de diciembre de 2023. Este anuncio impactó en muchos sectores y diría, que, con más fuerza en el contexto latinoamericano; a pesar, de que el credo católico fue instaurado por los hispanos en el proceso de conquista, el mismo en este lado del mundo ha sabido perpetuarse a diferencia de España que este año registró la mayor tasa de ateísmo.
¿Un avance en materia de derechos humanos en la cuna de quien ha forjado las mentes de Occidente y, por ende, regido su destino?… o ¿una estrategia para ganar adeptos?…
Para intentar responder esta pregunta es imprescindible, en primer lugar, puntualizar que dicha institución ha tenido muchos avatares y basta repasar en torno a su historicidad y concretamente sus concilios para comprender que el “reinventarse” ha sido una de sus constantes. Por ejemplo, en el que se celebró en la ciudad de Nicea, el punto central de la discusión fue determinar si Dios Hijo tenía la misma categoría que Dios Padre, ya que el arrianismo una rama del cristianismo con gran impulso en las primeras centurias de nuestra era negaba el dogma de la Trinidad.
Más de un milenio después, se efectuó otro en la ciudad de Trento que tuvo gran injerencia en el panorama eclesiástico; aquí se abordaron varios puntos, pero destaca el concerniente a la aprobación de usar la imagen de manera recursiva para evangelizar. Respecto a esto, en el libro llamado Deuteronomio incluido en el Antiguo Testamento, textualmente, se especifica: “no te harás ídolos, no adorarás imágenes; sean de hombre o mujer, de aves, de animales o de peces. No te inclinarás delante de imagen alguna para adorarla de ninguna forma, porque yo, el Señor tu Dios, soy un Dios Celoso.
Sin duda, dicha promulga debió haber sido toda una innovación y para las mentes más conservadoras de aquel entonces quizás toda una irreverencia, particular que puede patentizarse en el fraccionamiento de la Iglesia y la consecuente consolidación del luteranismo en el norte del Viejo Mundo. Con seguridad, la focalización en lo que refiere a la imagen tuvo como preámbulo la llegada de los europeos a América y la búsqueda de estrategias que faciliten expandir el cristianismo.
Esto a su vez desembocó en la aparición del barroquismo, el cual, tácitamente, es vinculado a un estilo artístico, pero que en la práctica se posicionó como un modus vivendi; sin embargo, el hecho de que la producción pictórica y escultórica adquirió ingente importancia en ese contexto y, por ende, se desarrollaron grandes escuelas de arte como la Quiteña hablando en relación al ámbito nacional, es el responsable de vincularle de manera consuetudinaria con dicha categoría.
Así llegamos al siglo XXI, época en que ciertos sectores tradicionalmente vulnerados y excluidos están consiguiendo validar sus derechos. Ahora cada vez es mayor la cantidad de países que han avalado el matrimonio igualitario e inclusive en otros de corte más humanista y, casi, desvinculados de los valores judeo-cristianos, la adopción homoparental es una realidad. En este sentido, también la Iglesia, sobre todo, con esta última declaración da la apariencia de tomar una postura mucho más abierta mostrándose como una institución que se va “modernizando” en función de los tiempos.
Sin embargo, es imprescindible leer entre líneas y El Vaticano afirmó que el aprobar la bendición a parejas del mismo sexo no quiere decir que avale su elección de vida; situación que pone sobre la palestra un axioma de tónica excluyente que apela a seguir condenando y no ver como natural a cualquier orientación o identidad desvinculada de la heteronorma y con sinceridad, nadie va a elegir pertenecer al colectivo LGBTIQ+++ por simple gusto, a sabiendas de las complicaciones que esto trae.
Como se mencionó en Trento, el concilio fomentó que la Iglesia se acomode a las circunstancias e intereses del momento, siendo la evangelización indígena, del recién conquistado continente, uno de los puntos cardinales en su agenda. Sin duda, esto se podría entender como la búsqueda de adeptos, sobre todo en aquella etapa que dicha institución estaba alejada de su razón primigenia de ser y yacía más obnubilada con las ansias de poder.
Así y respecto al tema del presente artículo, no puede inferirse a cabalidad si, al día de hoy, este tipo de declaraciones tienen como finalidad la búsqueda de adeptos o el interés de dicha institución de incluir a una población, tradicionalmente, marginada; la cual, de hecho, asesinó en época de la inquisición acusándola de cometer pecado nefando o sodomía. Sin embargo, como una organización que su razón de ser yace en injerir de forma positiva en la vida de los demás, tal vez su estrategia se ha inscrito en ir transformándose de a poco.
Entonces este primer acercamiento/reconocimiento puede ser la búsqueda de generar un caldo de cultivo más apropiado con miras a hacer cambios más significativos en el tiempo; por lo que, la pregunta se respondería en el sentido de que la Iglesia no busca per se más adeptos, sino que, de a poco, está concienciando las realidades de las personas y, por ende, se está convirtiendo al humanismo dejando de lado posturas beligerantes avaladas en experiencias arcaicas.
Para concluir, debe subrayarse que esta declaración se constituye como un precedente y en una suerte de bálsamo para aquellos miembros del colectivo LGBTIQ+++ que se autodefinen como católicos. Sin duda, lo acontecido este lunes, históricamente, se posiciona como un hito en los anales de esta institución y, por consiguiente, traerá cambios, por lo menos, en el largo plazo. No es de sorprenderse, que, en lo futuro alguno de los venideros sucesores de san Pedro llegue a validar el matrimonio igualitario, así como a acaecido en otras comunidades religiosas destacando la Iglesia luterana sueca, la cual entre sus filas tiene a la primera obispa mujer abiertamente lesbiana.
Humano curioso, observador y pensador innato. Amante de la historia, cultura y geografía. Licenciado en Gestión Cultural por la Universidad de Los Hemisferios (Quito); máster en Historia del Arte por la Universidad de Sevilla (Sevilla); especialista en Gestión de Museos y Centros Culturales por la Universidad del Azuay (Cuenca). Se dedica a la investigación de manera independiente y su área principal de indagación está centrada en la historia arquitectónica, social y cultural de la capital azuaya y sus alrededores.