DE LA VIDA
He hablado muchas veces de los libros y la lectura, me seguiré repitiendo a riesgo de que algunos me consideren un poco cansona, sin embargo, como dice el dicho “en la repetición está el gusto”. Me consuelo pensando que la reiteración puede ser casi como un “mantra”que anime a unas cuantas personas a dejarse seducir por la pasión de la lectura, o al menos, por curiosidad se acerquen a alguno de los libros a los que recurro y en los que me apoyo en mis escritos.
Me anima también estar convencida de que una de las actividades más liberadoras que existe, es la lectura, pues permite al lector abstraerse, para disfrutar de lo que cuenta el escritor. Ese disfrute se intensifica cuando las palabras y las frases nos tocan, nos hacen sonreír, nos permiten reflexionar, nos confrontan, dicen lo que quisiéramos decir y no sabemos cómo, en fin, las posibilidades que nos aporta un buen libro son infinitas; sensaciones personales difíciles de describir, que pueden provocar reacciones físicas y emocionales. La satisfacción al acercarse a las historias bien narradas se da incluso cuando los temas son duros o difíciles de procesar como el de la muerte, el dolor, la enfermedad, la violencia…
Cuido los libros, los trato con mimo, los guardo en lugares especiales para verlos siempre, los subrayo con respeto –con lápiz para no alterarlos irremediablemente-, pongo notas al margen, cuando hace falta incluyo al pie la definición de las palabras que no conocía, los hago míos poniendo mi impronta en ellos. Repaso las páginas y encuentro lo resaltado, lo releo y me veo, redescubro no sólo lo escrito sino lo que me causó al leerlo.
Hoy he vuelto a Savater y su autobiografía razonada, hay cientos de frases y párrafos subrayados, mis ojos se detuvieron en algunos, que me llevaron a pensar en la importancia que tiene disfrutar la vida cuando es tal, pues mientras dure y el dolor resulte soportable, no hay que dar por perdida la aventura, sin embargo creo –es mi sentir personal- que no debemos aferrarnos a este mundo terrenal, alargando una agonía, cuando se sabe que los días serán grises, dolorosos y desgastantes, y lo que se hace es simplemente retrasar el viaje, pues el tren de la partida es el único que no se pierde, porque la muerte nos ocurrirá, debemos esperarla sin miedo y con el humor de Borges, que ya mayor, habría dicho –citado por Savater- “ ¡La muerte! ¡Qué cosa tan nueva! No sé si a mi edad debiera permitírmela…”, no hay como no sonreír al leer esta frase, pues elimina de la palabra y del hecho la gravedad e incluso la fatalidad, haciendo pensar que podemos decidir permitirnos no morir.
Dice Savater “Amo la vida pero detesto sus leyes, sobre todo ésa, la de la muerte: me parece inicua tiranía. Más tarde me he llegado a preguntar si entonces puede decirse que realmente amo la vida…”, creo que la pregunta es válida y deberíamos hacérnosla, y amar la vida aceptando que la muerte es parte de ella, de esa que hemos disfrutado y a la que mucha gente se aferra más allá de la racionalidad e incluso de la propia dignidad.
Savater habla también de una segunda muerte haciendo gala de una prosa poética exquisita: “Cada uno de nosotros constituye un monumento viviente, el último enlace conmemorativo con lo humano, de gente que morirá por segunda vez con nosotros y cuyo rastro se extinguirá definitivamente cuando perdamos nuestro último aliento. En la mayoría de los casos, ni siquiera sabemos que somos la urna postrera de tales cenizas, compuestas de vagas imágenes y amortiguados sentimientos.” En la lectura y relectura he pensado que así mismo es, pues las imágenes, recuerdos y sentimientos que tenemos de “nuestros muertos” dejaran de existir cuando nosotros mismo lo hagamos, pero esa segunda muerte ya no nos causará dolor ni sufrimiento. Recordé lo que escribió Michel Rostain en su libro “El hijo” –luego de la muerte del suyo-, lo que muere es aquello que ya no recuerdas, todo lo que recuerdas sigue vivo”.
No es la primera vez que me refiero a la muerte, iba a escribir sobre otra cosa, pero se instaló en mi mente y no me dejó otra opción, se preguntarán porqué, yo me lo plantee y la respuesta que encontré fue contundente, hablo de ella porque nos ronda, porque como dijo un tío mío, se está muriendo gente que antes no moría.
Sabiendo a ciencia cierta que vamos a morir, porque de eso no cabe la menor duda,vivamos con alegría, procurando cada día ser nuestra mejor versión. Que el día final “nos encuentre confesados” –como se dice en el argot popular-, en paz y satisfechos, pudiendo decir que ojalá la mayor parte del tiempo protagonizamos nuestra vida, porque elegimos racionalmente su rumbo.
Portada tomada de: https://www.cronista.com
Mujer estudiosa y analítica, lectora atenta y escritora novel. Doctora en Jurisprudencia y Abogada – Universidad de Cuenca, Máster en Gestión de Centros y Servicios de Salud – Universidad de Barcelona, Diplomado Superior en Economía de la Salud y Gestión de la Reforma – Universidad Central del Ecuador. Docente de maestría en temas de políticas públicas y legislación sanitaria –Universidad Católica de Santiago de Guayaquil; en el área de vinculación con la sociedad, legislación relacionada con el adulto mayor – Universidad del Adulto Mayor. Profesional con amplia experiencia en los sectores público y privado, con énfasis en los ámbitos de legislación, normativa y gestión pública.