EL MATRIMONIO Y EL RITUAL EN EL PARQUE
EXPRESIÓN SIMBÓLICA DE LA TOMA Y PRESENCIA DEL PUEBLO NATIVO
El ritual del matrimonio es un complejo sistema de relaciones del ayllu con su ayllullakta. Según Mori (2003) sistema es un “(…) conjunto de elementos o partes que interaccionan entre sí a fin de alcanzar un resultado concreto”, una influencia mutua ente sus elementos y componentes, es decir lo que se hace en uno de ellos repercute también en el resto. Estas relaciones se realizan en un espacio y desde la cosmovisión andina, el espacio es la expresión de un cosmos que integra el entorno natural y el construido por el ser humano. Es un enfoque holístico en el que cada ayllu y ayllullakta es una unidad que integra elementos naturales, productos humanos y las estructuras sociales tradicionales y rituales que celebran en el tiempo (Miranda L. Jorge, 2015). Es decir, el manejo territorial y social del mundo andino obedece a sistemas complejos de organización y ordenamiento territorial de un espacio en relación a otros, donde el sistema es algo más que la suma de elementos constitutivos, implica una visión comunitaria en su integridad.
Pues siendo sistemas de convivencia integral, al ser desplazados de su espacio territorial por la presencia del mestizo colonizador, los pueblos originarios tuvieron que elaborar diversas estrategias para poder manejar sus estructuras organizativas. Los espacios geográficos sufren transformaciones que afectan las estructuras organizativas y el sistema de vida de las comunidades obligando a reinventarse otras maneras.
A pesar de estas transformaciones, los pueblos nativos han logrado mantener viva sus rituales y ceremonias que hoy en día lo podemos observar en el matrimonio que celebran las comunidades indígenas de la parroquia Celén, muy distinta a las de las comunidades cercana a la cabecera parroquial de Saraguro (Chukidel, Ilincho, Gunudel, Kiskinchir). La pareja matrimonial terminada la misa en la iglesia, luciendo su traje ceremonial se dirige hacia la plaza central de la parroquia, en donde sus familiares, padrinos e invitados esperan con sus ofrendas. El padre del novio inicia la ceremonia brindando un akilla de licor para los familiares de la novia y del novio.
Luego de esta primera parte viene el compartimiento de la comida que han llevado los familiares y amigos. Esta vez no se trata de una pambamesa cualquiera, sino de una comida especial de mote y queso. Cuentan que esto se hacía antes, allí, en el centro pero luego por la presencia de mestizos abandonaron este lugar y se trasladaron a otro sitio cerca de la comunidad. Todas las parejas tenían que pasar primero por ese lugar cumpliendo sus rituales y luego se dirigían a la casa del novio para la celebración y la fiesta. Señalan que es un lugar que les “atrae, como algo que los liga” como un centro de gravedad. Sin embargo, en los últimos años han regresado a tomar ese espacio original, quizá en ejercicio de los derechos colectivos y por la presencia de la autoridad indígena como presidente del GAD parroquial de Celén.
De esta ceremonia se podría analizar que la concepción del espacio-tiempo, PACHA era sagrado o gozaba de sacralidad donde se utiliza todos los conocimientos tanto astronómicos, geográficos, espirituales siendo un centro ceremonial equidistante que unía a todas las familias y comunidades. Y quizá se enmarca dentro de las cruces escalonadas que se maneja en la cosmovisión andina.
La determinación del centro, en la cultura Tiyawanaku se denominó Taypi Qala, (Piedra Central) y estuvo íntimamente relacionada con la ubicación del centro como origen de la vida (Mito de manifestación de la vida, Miranda 2009) y luego con el centro de la orografía circundante y la ubicación específica del lugar sagrado a través de la localización definida por las montañas sagradas y los apus porque en la concepción cósmica del territorio es integral y holística y conforma la biodiversidad (plantas, animales), las divinidades ancestrales en comunión con el género humano. Bajo este concepto podemos entender que el acto ceremonial del matrimonio esté relacionado con la “toma de la plaza” como un ritual de empoderamiento, un proceso social y simbólico y de resistencia que empezó en la Colonia y que se continua para recordar la identidad de los pueblos indígenas.
Es la forma de decir que estamos presentes, que seguiremos aquí y que nuestra cultura es más fuerte cada día en ejercicio de la plurinacionalidad. Este acto contribuye a la construcción de la identidad, ayuda a recordar el pasado que en ese espacio habitaron sus ancestros y a reafirmarse en lo que somos, en nuestras raíces. Además, apropiarse de la plaza, en un determinado tiempo, es también apropiarse de la iglesia que está en la plaza, de la sede del poder político. Este acto es un comportamiento emergente que no se puede explicar a partir de los elementos tomados aisladamente.
Pablo Dávalos (2001) señala que la “toma de la plaza” tiene connotaciones simbólicas y forma parte de los imaginarios simbólicos de los pueblos indígenas. La “toma” es parte del ritual festivo que acompaña a las fiestas indígenas, y como tal plantea la posibilidad de una re-lectura que involucre lo simbólico a la acción política de los pueblos nativos.
Ritual que une el pasado y el presente y que mezcla las nociones de la historia con los contenidos de la realidad del presente. Puede ser que la “toma” de la plaza recuerde a aquella ocurrida hace más de cinco siglos por los invasores, o puede ser que se remonte mucho tiempo atrás, y esté inscrita en la memoria ancestral de los pueblos que habitaron este espacio.
La plaza como un lugar público es el punto visible en el cual lo privado se somete a lo público y que además posibilita una visualización múltiple: en ese espacio público todos se confrontan y se re-conocen. Allí se hace presente lo cotidiano y lo sagrado otorgando nuevos contenidos a la representación social y al imaginario colectivo de la fiesta del matrimonio. El parque y la plaza se entiende como lugar de encuentro, “de intercambio, lugar de compromiso. Sitio simbólico, pero también sitio de la polis, sitio del pueblo que pertenece a todos y en el cual es posible encontrarse entre todos. Saber de todos. Cruzar miradas, preguntas, comentarios” (Dávalos, 2001); es decir, un sitio de lo cotidiano y de lo festivo, en donde se demuestra los principios del compartir, la reciprocidad y se ejerce la espiritualidad. El lugar que fue tomado por los invasores colonizadores donde el poder terrenal y el poder celestial asentaron sus dominios alrededor de la plaza y que a pesar de toda la dominación ese espacio continúa siendo simbólicamente el espacio de los apus y de sus ancestres.
Este importante acto de tomarse la plaza en las ceremonias del matrimonio u otros actos debió haber existido en el centro de Saraguro, como cuentan las personas mayores que allí existía la Casa Tambo en donde se reunían todas las comunidades para el cambio de sus autoridades y se hacían fiestas, danzas, compartimiento de comida. Y quizá como recuerdo histórico, todavía, hoy en día, llegan algunas comunidades lejanas hasta al parque central de Saraguro y en el extremo sur (Calle Sucre y 10 de marzo) se sientan para compartir entre todas y todos los alimentos del mote y el queso.
De lo dicho podemos señalar que tanto las ceremonias del matrimonio como la toma del parque en otras festividades por parte de las comunidades y pueblos nativos, sería vaciar a la plaza de los contenidos dados por el poder colonial y religioso, aquellos del control, de vigilancia, de castigo y represión para construir en un tiempo breve, actual, un espacio propio, legado de nuestres ancestres y ejercer un poder simbólico y decir “Kaypimi kanchik. Kaypimi katishun”. De ahí que es necesario re-leer los códigos dentro de una nueva práctica, incorporando nuevos referentes y nuevos significados.
Nativa de Saraguro. pertenece a la nacionalidad Kichwa. Estudió en Zamora en la Escuela de Líderes. Cursó estudios universitarios en Cuenca. Es abogada, tiene estudios en lengua y literatura, es magister de Estudios de la Cultura y un Diplomado en Educación Intercultural Bilingüe. Maestra de secundaria y educación superior, investigadora. Ha publicado varias obras, así como artículos en revistas y periódicos. Ha desempeñado varios cargos vinculados a Educación Bilingüe. Es conductora del programa Ñukanchik llata Kashpa (Nuestra identidad) en la Radio comunitaria de Saraguro “KIPA RADIO”, FM 91.3.