DIAGNÓSTICO, DESIDIA, DESASTRE
Y, una vez más, luego del terremoto de 6.5 en nuestra ciudad, las autoridades salen con reglas y sensores, relojes de medición y cascos en su cabeza a medir los daños en las edificaciones patrimoniales y llegar al mismo punto muerto de diálogo con los dueños de los edificios. No existe una ayuda real y un proceso continuado de mantenimiento de las hermosísimas casas viejas de Cuenca, únicamente la prohibición de que no se puede poner un clavo en las paredes antiguas y nada más; lejos la creatividad, el incentivo, el préstamo (con hipoteca) para la reactivación del inmueble, para el emprendimiento, para el progreso.
Así vemos las fachadas intactas y unos bodrios (no todos) en la parte interior convertidos en hoteles y estancias, aunque debemos convenir en que, posiblemente, es la única manera de salvar el rostro de la ciudad.
Estallan las redes sociales con aquellos interesados en derribar las edificaciones para convertirlas en cementerios de baldosa y vidrios azulados verdaderos monstruos que provocan náuseas. Mientras tanto, aquellos que les corresponde tomar decisiones viajan a Europa, a las ciudades medievales y a todas las maravillas arquitectónicas que se conservan para asesorarse y regresar a contar a sus familiares y amigos.
Así atestiguamos al colegio Benigno Malo como un viejo barbudo y decadente agonizando ante nuestros ojos y extrañamos las placas en los monumentos de la avenida Solano, la ausencia de tantas casas viejas que desaparecen en cada feriado y comprobamos que se espera con verdadera ilusión la presencia de las lluvias para que las ancianas repletas de encaje se derrumben con su mampostería y su historia o se conviertan en guaridas de delincuentes.
“Nadie ama lo que no conoce” dice Erick Fromm y esa certeza nos acompaña día a día. La ignorancia es atrevida y la total falta de educación cívica, ética y artística hace que desaparezcan pueblos enteros en el sur del Ecuador.
Los colegios de arquitectos, el Municipio, el Gobierno Nacional miran para sus propios intereses. Así de simple. Cuenca desaparece por la corrupción y la falta de creatividad, el patrimonio es un estorbo.
Es urgente el aprendizaje de la ciudad, la enseñanza de sus héroes y sus calles, el amor por las huellas del pasado, el reconocer y revisitar su historia. Tours guiados a nuestros estudiantes y tantas otras actividades.
Las autoridades nos deben porque no sólo pagamos impuestos puntuales; los cuencanos y azuayos necesitamos exigir, protestar, dejar de ser inertes ante una ciudad bellísima que nos acoge y nos habita.
Poeta. Gestora cultural. Articulista de opinión. Ha recibido varios premios de poesía y al mérito laboral. Ha sido jurado en diversos certámenes nacionales e internacionales. Ha publicado diversas obras, así como Literatura infantil, Sus textos han sido traducidos a varios idiomas y figuran en diversas antologías nacionales y extranjeras.