LAS LÓGICAS QUE DOMINAN EN REDES
Foto de Tracy Le Blanc en Pexels
Estimado usuario de Twitter y/o Facebook, el presente editorial está dirigido a usted. No discrimino a los usuarios de otras redes, pero considerando que aquí se habla sobre política, pensé necesario centrarme en aquellas aplicaciones donde más se abordan estas temáticas. Instagram y TikTok no han abierto sus puertas al debate político y la pelea entre usuarios, todavía; y WhatsApp es una fanesca inevitable donde, si el tío que piensa diferente a uno envía una noticia falsa al chat familiar, al poco tiempo se pierde en la marea de fotos de la prima bebé.
En fin, retomo el hilo central de este editorial, porque sé que los usuarios de Twitter están acostumbrados a mensajes cortos y concisos, de no más de 280 caracteres. Me dirijo a ustedes porque es importante que estén conscientes de los mecanismos comunicacionales sociológicos que manejan esta red y que pueden traer serias complicaciones al proceso de sana convivencia social en nuestra sociedad.
La intención de esto no es que usted acabe de leer esto y vaya a cerrar su cuenta, no; al fin y al cabo, hacer eso implicaría perder la audiencia de este medio. La intención es, simplemente, que usted esté consciente que estas lógicas imperan en la red y pueda adquirir una visión más crítica al contenido que le llega.
Hoy voy a hablar de las burbujas de filtro y de la sentimentalización de las noticias que provoca polarización.
Las burbujas de filtro son un concepto académico que habla sobre cómo, en redes sociales, cada usuario puede controlar a quiénes seguir y qué noticias recibir. Ese empoderamiento del usuario, que desafía la lógica tradicional de los medios de comunicación, puede parecer una idea excelente a primera vista; sin embargo, se corre el riesgo de que cada persona se cierre simplemente a ver información que le diga que su visión del mundo está en lo cierto. Se cierra al pluralismo y al debate de ideas; y por eso, una vez que pisa el mundo exterior, fuera de lo digital, se sorprende y se enoja cuando alguien piensa diferente a lo que se considera cierto.
Flaco favor también nos hacen los algoritmos, que se encargan de seguir alimentándonos con contenido que esté de acuerdo con nuestro sistema de valores, creencias y perspectivas ideológicas. Así, construimos un cuarto insonorizado donde las ideas discrepantes no pueden entrar; apenas son un murmullo, y a veces si eso.
El segundo punto sobre el que quería hablar tiene que ver con la sentimentalización de las noticias, y la carga eminentemente negativa que se coloca sobre el tono de las mismas. ¿Le ha pasado que ingresa a Twitter y termina enojado, molesto y con ganas de pelear con todo el mundo? O, peor aún, ¿siente que vivimos en una distopía donde la destrucción de la humanidad no es solo inminente sino que también empieza a parecer la solución? Tranquilo, es normal, a casi todos nos ha pasado.
Eso tiene que ver con la carga negativa que se le da a los acontecimientos en Twitter y Facebook. Las noticias negativas tienen más difusión, y lo positivo suele quedar relegado a un segundo plano, a la oscuridad de la red. Pensemos en el caso de Ecuador, que sin dudas ha pasado tragedias en el último año; en un estudio que me encuentro realizando, observo que las únicas noticias positivas que compiten en difusión con las noticias negativas tienen que ver con Richard Carapaz, Neisi Dajomes y Tamara Salazar. ¿Acaso solo las medallas olímpicas pueden competir contra la rabia y la tristeza?
Aquí, una vez más, los algoritmos no nos ayudan. Se ha demostrado que estos también favorecen y colocan en primer plano a las noticias con carga negativa, o noticias diseñadas para provocar ira en el usuario. Desde una lógica mercantilista, eso tiene sentido; si el usuario está enojado, generalmente pelea, y si el usuario pelea, está más tiempo dentro de nuestra red social.
El problema es que tanto las burbujas de filtro, como la sentimentalización negativa de las noticias, está polarizando aún más la sociedad. Las consecuencias de ello, se podrán evaluar en una próxima entrada.
Comunicador Social graduado por la Universidad del Azuay en el año 2020; apasionado desde pequeño por el periodismo, la política y las temáticas sociales. Orgullosamente latino, ha tenido la oportunidad de vivir en países como Brasil y Chile, además de su natal Ecuador. Inquisitivo y crítico, gusta de hacer trabajo periodístico que combina la fotografía y la escritura.